La consteladora familiar Soledad Sánchez quiso compartirnos su testimonio de cómo llegó a este tipo de terapia y los beneficios que le han traído en su vida. Hoy nos cuenta un poco más sobre las constelaciones familiares.
Las constelaciones familiares son una filosofía de vida donde la persona sabe que todo lo que nos pasa es por algo que está vinculado a un sistema y todos sus componentes. Es un trabajo que se hace desde lo personal representando una imagen interna que está desordenada o incompleta y que es ordenada y completada por el terapeuta para así se reconcilie el sistema en el que estamos involucrados.
A continuación les dejamos el testimonio de Soledad y los invitamos a conocer y participar en este mundo que se nos abre.
Hace poco más de nueve años atrás me invitaron a un taller de Constelaciones Familiares, estaba pasando por una crisis y como desde siempre me han gustado los temas de crecimiento personal fui sin entender realmente lo que me esperaba.
La verdad fue una experiencia que movió cimientos muy profundos de mi historia familiar que jamás me hubiese imaginado que tenían repercusión en mis relaciones de ese momento, siendo aún más honesta salí hasta un poco molesta por la solución final de mi asunto pero inclusive en esas escépticas circunstancias funcionó. En mi caso encuentro que tardó (soy de la era de lo instantáneo) y creo que fue por mi propia resistencia, por ponerle cabeza al sentimiento y creer saber que es lo mejor estando en un pozo (en la oscuridad hay poca perspectiva). Cuatro meses después comencé tímidamente a cambiar la mirada que tenía de la vida y al año era totalmente diferente; hoy sigue cambiando, ampliándose con cada comprensión.
Como comenté al principio, siempre sentí inclinación a profundizar en el conocimiento humano y cuando decidí hacer un cambio radical y aprender una técnica terapéutica, sin dudarlo pensé en las constelaciones familiares, por el aporte profundo y duradero que trajo a mi vida.
Con el tiempo internalicé que es una “filosofía para la vida”, que trae abundancia y reconciliación al ir incluyendo a todos los que pertenecen al sistema ya sea familiar, laboral o educativo.
Al aplicarlo en lo cotidiano es imposible seguir adormecido, exige estar en el presente, dejé el rol de victima para hacerme cargo de mis decisiones, comprendí para qué tuve que equivocarme tantas veces y logré integrar los aprendizajes que han aportado a mi propio crecimiento personal y acá esta lo maravilloso como estamos interconectados, todo mi entorno se ha visto beneficiado; desde esta perspectiva somos una especie de engranaje en un plan mayor y cuando logramos estar en nuestro lugar de hijo(a) con nuestros padres atrás, todo fluye.
El cuerpo nos avisa cuando, por intentar compensar o reparar algo que salió mal antes, en otra generación, nos cambiamos de lugar. Este cambio es la mayoría de las veces de forma inconsciente, somos manejados por mandatos familiares (explícitos o implícitos) que son transmitidos por nuestros ancestros. Por ejemplo mi primera profesión es arquitecto, llegué a estudiarla por “mandato” y por “amor ciego”, sin siquiera tener idea que esos conceptos existían. Lo hice pensando que era lo correcto para mí. A qué me refiero con “mandato” y “amor ciego”; cuando salí del colegio mis opciones fueron carrera tradicional, en universidad tradicional y en la ciudad más cercana a nuestra casa (mandato explícito), por amor ciego, a materializar el sueño de mi padre, que sin estudiar arquitectura es un gran diseñador y constructor.
Trabajé en eso un par de años antes de darme cuenta que quería algo distinto para mi vida y las Constelaciones Familiares han sido un camino de descubrimiento y realización; cada vez que hago una sesión individual u organizo un taller grupal, compruebo que los lineamientos que Bert Hellinger, llamó los “Órdenes del Amor”, traen paz, felicidad, abundancia a todo aquel que se anima a vivir la experiencia y ganan todos los cercanos.