Saltar al contenido

Todo sobre la lactancia

septiembre 10, 2021

Tu leche es la comida perfecta para las necesidades calóricas de tu guagua, ya que aporta inmunoglobulinas para mejorar su sistema de defensas frente a enfermedades que hayas tenido, favorece el desarrollo psicomotor e inteligencia de tu bebé,  lo protege ante complicaciones digestivas, respiratorias, meníngeas y problemas virales, lo ayuda a crecer y, lo más importante, a desarrollarse como corresponde.

Las etapas de la leche:

 1°. El calostro: se conoce como la ‘’primera leche’ y corresponde a una sustancia amarillenta, muy concentrada y nutritiva, rica en proteínas y con alto contenido en defensas. Las mamás la producen acercándose al final del embarazo. Es ideal para la nutrición inicial de tu hijo, pues su composición satisface sus requerimientos. Lo generarás los 3 o 4 primeros días después del nacimiento con un volumen de 2 a 20 cc. por cada vez que toma pecho, siendo suficiente para satisfacer sus necesidades.

2°.- La leche de transición: aparece después del quinto día, hasta el día 15 tras el parto, con mayor consistencia, grasa, vitaminas y calorías, con un volumen de 600 a 700 ml/día.

3°.- La leche madura: surge posteriormente y acompañará a tu guagua durante toda su etapa de lactancia, ojalá después de que cumpla 6 meses.

Algunos consejos:

– El tiempo más importante para el desarrollo del sistema inmunológico de tu hijo son los primeros 6 meses, por lo que le debes dar pecho al menos hasta esa edad u, ojalá, hasta el año. Tras este periodo, deberías continuar dándole leche y combinándola con otros alimentos que te indicará el pediatra.

– Durante los 2 primeros meses estarás a la orden de las necesidades lácteas de tu bebé, lo que es llamado ‘libre demanda’. En dicho lapso, crecerá y engordará mucho, por lo que los requerimientos de éste serán más constantes. Después, su alimentación fluirá con naturalidad y se irá regularizando solo.

– Cada vez que tu guagua succione, se producirá una estimulación de la prolactina y ocitocina, que permite que la leche se secrete y eyecte, por lo cual si éste no succiona, no producirás la cantidad necesita.

– La alimentación materna debe ser balanceada, no ‘comer por 2’ y consumir lo mismo de siempre, dejando de lado aquello que le puede producir cólicos a tu hijo, además de la cafeína y el cigarro.

– Es un mito que si tomas más leche beneficiarás la lactancia. Si no la consumiste durante la gestación o en tu vida, no es bueno que ahora te pongas a hacerlo, puesto que tu hijo podría presentar trastornos como alergia a la proteína de la leche de vaca.

– Debes recordar que una buena técnica de amamantamiento lleva a una lactancia exitosa, por lo cual deben complementarse los 2 con una buena posición.

– El estrés es un enemigo de la lactancia, ya que la adrenalina altera la producción de la leche. Si mantienes una rutina relajada, te sentirás bien, lo que contribuirá  a cuidar la producción.

– Hay casos muy específicos donde algunas mamás no pueden amamantar: si eres portadora de sida, si sigues algún tratamiento contra el cáncer o si presentas alguna enfermedad metabólica extraña.

Los beneficios para ti:

– Las hormonas que liberas al dar pecho contribuirán a la rápida contracción de tu útero, permitiendo que vuelva a su tamaño normal.

– El amamantamiento consume las grasas acumuladas durante el embarazo, por lo que te ayudará a bajar de peso.

– Tiene un cierto grado de anticoncepción.

– Tendrás mayor apego con tu guagua, previendo el maltrato infantil.

– No tienes que llevar mamaderas, medidas de leche y agua hervida a todas partes. Y en términos económicos, el costo es cero.

– Minimiza las probabilidades de padecer cáncer de ovario y de mama.

– Las hormonas de la lactancia hacen que tengas un aspecto físico más bello, vital y armónico.

Si existen problemas…

La técnica de alimentación: si eres primeriza, no sabrás cómo dar leche correctamente, pero debes estar tranquila, tener paciencia y mucha práctica. La guagua tampoco sabe hacerlo, tragará aire y no succionará como corresponde. Esto puede hacer que creas que no lo estás haciendo bien, por lo que una buena solución son las clínicas de lactancia que ofrecen ciertos centros, o bien, las matronas que te enseñarán, entregándote confianza y tranquilidad.

La anatomía y fisiología de las mamas: pueden existir ciertas complicaciones con tus pezones, o con la glándula. Hay algunos que son planos y que al instante de alimentar a tu guagua, le impedirán succionar bien y te pueden provocar heridas. En las consultas prenatales, debes pedir ayuda, para así estar preparada para la lactancia y colocarlo precozmente al pecho antes de las 2 horas de nacido, para terminar de formar tus pezones. El problema es genético, por lo que la cantidad de leche no se relaciona con el volumen de las mamas.

Emociones: Es normal que te sientas un tanto vulnerable en esta etapa, pues creerás que lo único que haces es alimentar a tu hijo. ¿Qué pasa? Estás obligada a dar papa, estás sufriendo y te sientes mal y presionada, por lo que puede ocurrir que la hormona de la leche frene un poco su productividad, repercutiendo en su alimentación. La exigencia que puedes sentir, podría causar una depresión postparto, pero no debes desmotivarte.

Las dificultades más comunes

Dolor: es el síntoma principal en la mayoría de los problemas de la lactancia. La causa más frecuente es el mal acoplamiento de la boca –pecho al mamar, por lo cual debes introducir tu pezón y aréola en  la boca de tu guagua.

Grietas en el pezón: si es que tienes problemas, debes mejorar ante todo la técnica de lactancia para que tu bebé se acople bien y no las produzca. También se pueden utilizar cremas cicatrizantes, como aquellas que contienen lanolina que no requieren retirarse antes de amamantar, o crema de matico que sí se debe lavar antes de hacerlo.

Congestión mamaria: se produce por un vaciamiento infrecuente o insuficiente de las mamas, y la prevención consiste en usar una buena técnica de lactancia y dar de mamar con una frecuencia adecuada (cada 3-4 horas).

Mastitis: es la infección y/o inflamación que enrojece, provoca dolor, incrementa el volumen y endurece la mama, principalmente, por la abundancia de leche. Es acompañado por un malestar general, cansancio y fiebre. Se trata con antiinflamatorios y antibióticos que debe recetar el ginecólogo. No debes dejar de dar papa, pues succionar favorece el vaciamiento del pecho y no es peligrosa para el niño/a, producto de las propiedades antibacterianas que contiene la leche. Es aconsejable que antes de amamantar te realices un masaje para que no sea tan doloroso para ti. En caso de presencia de pus, se sugiere suspender la lactancia, puesto que puedes necesitar de una punción o tratamiento quirúrgico. Si es así, es esencial que la leche sea extraída por otros medios, ya que no es bueno que se acumule, y en combinación con eso, puede emplear calor local que contribuye a dilatar los conductos dentro de la mama para que la leche fluya mejor. Estos son casos excepcionales. Para evitar la mastitis, se sugiere una buena técnica de vaciamiento y un prolijo cuidado de los pezones, entre otros.